Prólogo

Cien años pasaron ¡no miento!, siempre me mientes, sólo fueron un par de meses y ya me destiño con la luz del sol, cálida y tan fulgurante entre mis dedos, vacilan como haces de luz, perdidos y acabados sin otro lugar que proyectar mi propia sombra. Y es esa penumbra que atormenta mi mente, la sacude hasta olvidar todo mi futuro, ¿mi futuro? ¿acaso eso se olvida?

Desde la otra habitación se escucha la voz de Sandra:

- ¿Desde cuando olvidas tu futuro? ¿qué ocurre por tu mente mujer?
- No lo sé, quizá sea que se me ha perdido la gargantilla.
- ¿Cuál?- haciendo una pausa y ya alterándose- ¡No me digas que has perdido la gargantilla de la abuela!
- No, ¡que va!, esa jamás se me perdería- dando un suspiro de alivio al encontrar la gargantilla de la abuela bajo su cama- Ese día los colores de esta casa se podrían esfumar ¿sabes?
- ¿Así? ¿y cómo sabes tu eso?
- No lo sé, es algo que acabo de inventar. ¡Mira detrás de ti!
- ¿Qué sucede?
- Nada, sólo que creí ver...osea por un momento creí no ver tu reflejo en el espejo...
- ¡Dios! ¡Mi reflejo! ¿será que ya me pongo vieja?
- No que va- dirigiéndose a la puerta donde se encontraba Sandra- Toma la gargantilla, quizá esto te ayude con aquella pesadilla infernal.
- ¿Y qué será de ti ahora?
- No lo sé, quizá vaya a casa de Paz...no lo sé.
- ¿Qué ocurre con esa niñita?
- No lo sé...no lo sé...
- Siempre no sabes nada
- ¿Y qué quieres que te diga?
- No lo sé tampoco, pero ya comienzo a sospechar...tu sabes...
- ¡Deja eso!, deja que sólo fluya mujer, Paz es una buena joven sin más. Toma la gargantilla, te la regalo- Le pasó la gargantilla en la mano y con un beso se despidió-

Sí, ya han pasado meses, sólo meses y ya ni se quien es Paz, no se quien es Sandra, ni quien soy yo. Quiero caminar a la casa de Paz solamente, detenerme en su puerta y aguardar.

Y así fue, ella aguardó en la puerta y una niña albina aparece en el umbral y se deja caer sin lamento a la calle, sangrando. De su boca salía sangre, ardiente y abundante.

- ¡Paz!- Dirigiéndose al padrastro de Paz-¡Qué has hecho imbécil!

Su padrastro sale corriendo con el puñal en la mano, con esos ojos perdidos, sin alma, se pierde por la calle. Paz en su último respiro me entrega un anillo y fallece.

- ¡Dios! ¿qué es el amor?